solitario prietto



La primera vez que Los Espíritus tocaron en Montevideo fue una noche de la pasada primavera, en La Trastienda. Compartieron programa con Buenos Muchachos y todo funcionó a la perfección. Encendieron un fuego blusero de esos que pocas veces se vivencian; un incendio sonoro imprevisto entre quienes no sabían nada de ellos, pero no para los que ya se sabían varias de sus canciones de memoria, y los esperaban como se espera a los portadores de un milagro. Quedó claro que volverían, y lo hicieron otra noche con Mandrake y Los Druidas, porque todo indica que se cumple la máxima de que “Dios los cría y ellos se juntan”. Por cierto que saben elegir muy bien a sus compañeros de escenario, porque en esta tercera vuelta los anfitriones serán Oro y Hablan por la Espalda. No estará precisamente la banda, pero sí su jefe, Maxi Prietto, en plan solitario, lo que le da un toque especial a esta tercera visita ‘espirituosa’.
¿Cómo se conectan el blues y la psicodelia en nuestras ciudades rioplatenses? Esa parece ser una pregunta esencial para formularle a Prietto, fundador, cantante y primera guitarra de Los Espíritus, sabiendo de antemano que la respuesta exigirá un ensayo posiblemente inconcluso capaz de vincular a las mejores páginas musicales de la región, sobre todo lo que tiene que ver con los años 70, enhebrando discos de Almendra, Manal, Totem, El Kinto, Pappo. Todas explosiones lisérgicas que empezaron a ser revisitadas, desde otras inflexiones y variantes, por músicos contemporáneos. Lo que hacen, ni más ni menos, Hablan por la Espalda y Mandrake en Montevideo (y otros como Sr Pharaon, por nombrar a posibles compañeros de noche espirituosas). Lo que hace tan bien este platense que sabe cruzar como pocos el fuego del blues con ritmos más cercanos, como el tango y el bolero. Y con mucho misticismo, por cierto.

Blues ardiente
Todo empezó, si hablamos de Los Espíritus, con el EP Hacele caso a tu espíritu, pero la explosión vino en 2011, cuando graban la canción ‘Lo echaron del bar’, que le da nombre a un segundo EP y se convierte en uno de esos temas que enloquecen cualquier fiesta. Es una canción que explota (sugiero interrumpir la lectura y escucharla en Youtube, acompañada con imágenes en blanco y negro de tomas de ensayo, situaciones más o menos ambiguas y muchas máscaras).
Si le gustó el nivel de adrenalina y la distorsión que manejan, como unos Pixies desaforados, con un aire lejano de los trances de Luca y Sumo en grandes performances de, por ejemplo, ‘La rubia tarada’ y ‘Mejor no hablar de ciertas cosas’, la segunda sugerencia es entrar a Bandcamp y descargar los tres EP y los tres discos del grupo: Los espíritus (2013), Gratitud (2015) y el flamante Agua ardiente (2017). Y seguir leyendo esta nota, que continúa con una entrevista a Maxi Prietto, en la que se cuentan algunas cosas relativas a Los Espíritus y a esos otros antecedentes musicales de Prietto que lo sitúan como una pequeña gran leyenda del indie porteño. De hecho, lleva en paralelo estos dos caminos, divergentes pero con el mismo swing desde la guitarra y la voz.
El repertorio de Los Espíritus, como ya se dijo, es inflamable. Ya los tendremos en alguna otra oportunidad tocando las canciones de Agua ardiente, por ejemplo, un tercer disco que maneja muchas texturas, siempre en color blues, como ese arranque eléctrico de canciones como ‘Huracanes’ y ‘Jugo’, o en esa bajada más sinuosa, más épica, de temas como ‘Perdida en el fuego’ y ‘Mapa vacío’. Pero esta oportunidad es diferente, porque más allá de que se deslice algún que otro surco espirituoso, el plan será el de acercarse a los mundos solitarios de Prietto. Esos que saben a grabaciones lo-fi y pueden escucharse en su sitio Bandcamp, donde reúne compilados caseros en plan solista o con el dúo Prietto Viaja al Cosmos con Mariano. El último viaje sonoro se llama Siesta y es un disco de 18 minutos de guitarras criollas y arpegios mántricos que compuso para su hija Esmeralda. Y por allí empezó, como debía ser, la conversación: “Voy a presentar un poco de todo lo que hice como solista, pero más que nada lo que gira en torno al blues y los boleros”, adelanta Prietto.

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¿Cómo alternás el juego entre tus grabaciones solistas y las de la banda?
Los Espíritus tienen una identidad estética que se formó de manera espontánea pero que podemos reconocer. Cuando me siento a hacer un tema para Los Espíritus me meto en ese viaje, en una búsqueda específica de ese universo. La parte solista suele ser más urgente y desprolija: por lo general grabo en mi casa y no necesito encasillarme ni cumplir con tiempos ni formas, sino experimentar. Y nada más.

¿De qué manera se va conectando tu música, que retoma cierta inflexión mística, con Hablan por la Espalda, banda con la que compartirás escenario este fin de semana?
Me gusta ver que hay bandas que flashean conceptos parecidos, muchas veces sin conocernos, como una energía que está en el aire. A Montevideo vine por primera vez –con Los Espíritus– invitado por Buenos Muchachos, y fue una noche espectacular. Vimos que el público conocía nuestros temas y que estaba al tanto de nuestra música. Hicimos después una fecha propia junto a Mandrake, que fue también una fiesta tremenda. Así que estoy muy contento de poder volver a tocar en Montevideo mis canciones.

¿Qué es, para vos, el blues?
Es una de las músicas en las que el espíritu de la música negra se manifiesta. Acercarse a músicas de raíz es muy revelador. Después de meterte ahí, al volver a escuchar cosas más recientes podés saber qué elementos son innovadores y cuáles son propios de una tradición más antigua. El swing que tiene el blues a mí me hace sentir bien. Me gusta, por ejemplo, cocinar escuchando blues.

¿Qué sentís que tiene de especial ‘Lo echaron del bar’? ¿Encontrás una conexión con ciertas vueltas musicales de Sumo?
No lo había pensado. Desde mi percepción, la encuentro más emparentada con el universo de Tom Waits. En esa primera época del grupo tuvimos mucha influencia de afuera. En realidad, descubrimos a Manal años después de haber gastado discos de Nick Cave, Sonic Youth y Bob Dylan. Esa canción a la que te referís es tan directa que tuvo una llegada muy rápida en la gente, a pesar de que cuando la publicamos sólo teníamos un EP de tres canciones.

¿Cómo se fue gestando la identidad musical de Los Espíritus, el fuego que genera la banda?
Es un proyecto que se nutre mucho de tocar y tocar. Buscamos el ritmo y también esa repetición que genera un efecto casi hipnótico. Siempre nos gustó tocar una misma base por mucho tiempo y después empezamos a escribir letras. Sentimos que la gente recibe nuestra música como nosotros la sentimos desde el principio.

¿Cómo se conectan el blues y la psicodelia en nuestras ciudades rioplatenses? Pienso en las conexiones que tus canciones –ya sea en plan solista como en Los Espíritus– generan con bandas de los 70, como Almendra, Manal, Pappo, y bandas uruguayas como Totem, El Kinto y Días de Blues.
Todos esos grupos que mencionás me encantan. Lo que se me ocurre es que el blues tradicional, al pisar estas tierras, tomó otros rumbos, y fue reinterpretado y adornado de una poesía en castellano, a veces surrealista, a veces tomando de inspiración el aire de la ciudad. Es en su origen una música que pertenece a los negros y acá se usó para contar otra historia, la nuestra. Acá, en vez de trabajadores esclavos, había persecución ideológica durante las dictaduras... Y en lo estrictamente musical, la combinación de psicodelia y blues me hace pensar en un sonido tribal y futurista al mismo tiempo; una mezcla de raíz, rito y una forma de invitar al público a una experiencia mística, si se quiere. Y todo esto es, de alguna forma, escapar un poco de la ciudad.

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