recuerdos que giran


Y aquí estamos prisioneros del azar,/ los recuerdos que no cesan de girar”, canta Estela Magnone en la canción ‘Frente a frente’, un inspirado dueto con Ruben Rada que de alguna manera rompe el tono cien por ciento personal de su disco más personal (hay otros duetos, sí, uno con Mariana Lucía y otro con Jimena Irastorza, el que abre el disco, en la luminosa milonga ‘Todo en tu vientre’, pero se juegan sin contrastes, casi de voces contiguas). ‘Frente a frente’ es la canción cinco. Es un nudo. Un punto de evidente simetría. Un momento en que el escucha se descuelga un poco del aire hipnótico de las canciones que la preceden y toma conciencia que el viaje que sigue será igual o más de disfrutable. Es el lugar en que el disco Telón se abre como un mapa de composiciones tan diferentes como hermanas, en el que se comprende que es un cancionero pleno de recuerdos musicales que dialogan entre sí, a partir del piano y de la voz siempre contenida de Magnone.
En la canción que sigue a ‘Frente a frente’, que se llama ‘Página dos’, de elegante tono beatlero, se refiere en la letra a una melodía con sabor agridulce y melancolía, que bien podría ser otra que está un poco antes en el disco, la hermosa ‘Flores abiertas’, una de esas canciones en las que se advierte y respira la sutileza que Magnone prueba en un pop donde hibrida cierto aire de bossa y jazzero. Luego viene la zamba de ‘Los cascos de Pegaso’, y así es todo el disco, que se disfruta en un vaivén de canciones elegantes, canciones que nacieron desde el piano y luego fueron vestidas con guitarras sutiles, percusiones y programaciones, en un muy buen trabajo de capa sobre capa hecho a medias entre la propia Magnone y Fabián Marchisio. Y a veces aparecen más guitarras, cuando la milonga o la tierra lo piden, como en ‘La suerte está echada’ con la presencia del maestro Julio Cobelli.
Una nube de recuerdos le trajo esa melodía”, empieza el texto de ‘Página dos’, ese otro gran momento del disco que, ya se dijo, beatlero al máximo, hace que sea necesario recordar –para los no enterados– que Magnone saca pocos discos pero siempre de un nivel alto de calidad y sensibilidad, y que uno de esos discos es el que hizo en compañía de Jaime Roos, el de la “mujer de sal”. Eran los años en los que su labor en la cocina creativa del músico nacido en la esquina de Durazno y Convención fue clave en el sonido y en la tónica pop, modernosa, de ese período ochentero, muy poco después de que ella integrara la primera formación, con aroma new wave, de Níquel.
Telón es un disco refinado y con mucha sustancia cancionística, de una autora que pone todo su talento y oficio al servicio de canciones que vienen desde el piano y se vuelven levemente acústicas, cuidadamente minimalistas. Un disco para entrar y quedar encantado, feliz prisionero de recuerdos musicales que giran y giran entre el pop, el folclore, el piano clásico y el jazz.
Para el final, dos digresiones que no tienen directamente que ver con la escucha, pero vienen al caso: 1) llama la atención que otra elegante pianista, compositora e intérprete uruguaya, Sylvia Meyer, tenga una similar invisibilidad a Magnone, dejando bien claro que la guitarra suele tener lamentablemente más adeptos que los mejores pianos, y 2) la portada de Telón lleva la firma de Alejandro Ros (el mismo de tantas buenas tapas, entre otros artistas, de Julieta Venegas y Gustavo Cerati), un lujo de Magnone que hace un extra a la belleza física del disco.

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