¿Cómo se filma la lucha de clases? ¿Cómo se hace una película
sobre el escandaloso fracaso de las izquierdas, en este caso la
uruguaya, respecto al tema marxiano (se puede cambiar por marciano,
si se prefiere, en acuerdo a la evidente desideologización reinante)
de la lucha de clases? ¿Cómo se construye un cine político en
Uruguay, sin caer en pequeñas trampas de corrección (o de realismo
político, que es en definitiva el camino pragmático que lleva a la
desradicalización) y tener presente -en todo momento- que lo
importante, lo central, debería ser la lucha de clases?
Mario Handler responde cada una de
estas preguntas con una obra mayor, un documental que todos
deberíamos ver, discutir, interpelar, lo que implica sentirse
también interpelado y provocado por imágenes que están lejos de
ser cómodas. Al mirar cada escena de Columnas quebradas,
cada situación elegida por Handler para la edición final, se tiene
la certeza de que elige mostrar buena parte de lo que editores y
realizadores bienpensantes -incluso
de documentales- suelen dejar afuera porque están en el límite de
la corrección, al borde del morbo, porque no es entretenido, porque
tal vez no se entienda, porque tal vez el relato se desvíe del
camino sensato. Lo hace por varias razones. La primera es que Handler
está más allá del bien y del mal y lo sabe. Tiene muy claro que
esta es su penúltima o última película, y no quiere guardarse
nada. Otra de las razones es que tiene bien claro, desde que filmó
su primer documental, que lo importante está en lo que no se quiere
ver, en lo que molesta. Es un asunto de intuición que en el caso de
Columnas quebradas, al
igual que en Aparte
(2002)y en Decile a Mario que vuelva
(2007), Handler maneja con maestría y sin miedo de alejarse de su
premisa central: hacer cine por necesidad de contar algo que no está
siendo contado.
El tono es de ensayo sobre el mundo del trabajo. Desde la simpleza y
la transparencia de la pequeña historia, de lo cotidiano, hasta la
intención de querer abarcarlo todo y mostrar cómo funciona una
sociedad que se alimenta de carne de vaca, sustentada en el negocio
de la carne, en la aspereza del trabajo rural (la esquila, la
minería), para luego desarrollar una y mil formas de trabajo urbano
(el que lleva más minutos es el no muy grato de cavar zanjas). No es
fácil la cuereada, y Handler lo sabe, porque es y no es una película
de personajes, porque es y no es una película sobre distintas
modalidades de trabajos y modos de producción (también es tal vez
su película más bella en lo visual, en las descripciones de
trabajos, en paisajes urbanos y rurales), lo que en definitiva lleva
a que todas esas columnas vertebrales del relato deban romperse para
coexistir, para ser una sola película.
Hay desvíos, numerosos desvíos que
llevan de la descripción descarnada de trabajos de extrema dureza a
los apuntes cotidianos sobre varios obreros: traslados en ómnibus y
trenes, entornos familiares, asambleas, conflictos sindicales (el de
una fábrica textil, la ocupación de una metalúrgica). La vida del
obrero uruguayo es dura. No se dice nada nuevo. Pero se muestra, no
se esconde, no queda amortiguada en discursos optimistas y lecturas
de bonanzas económicas y crecimiento del Producto Interno Bruto. Y
ahí aparece otro de los grandes talentos de Handler: su habilidad
para meterse en situaciones a las que no es fácil llegar y mucho
menos tener la posibilidad de grabar, de filmar, de registrar lo que
no debería ser registrado. Consiguió, en la dupla de trabajo que
armó con Ignacio Guichón, uno de sus alumnos, escenas muy potentes:
la discusión sobre la traición de la dirigencia del PIT-CNT en una
asamblea de metalúrgicos, el casamiento de un obrero de la
construcción con una travesti, y muchas más que quedan a elección
y sorpresa de cada espectador; pero también debe destacarse la
inclusión de imágenes sobre el tratamiento industrial de los cueros
de vaca, los cortes en el frigorífico, la inclusión de imágenes de
Hay desvíos, numerosos desvíos que
llevan de la descripción descarnada de trabajos de extrema dureza a
los apuntes cotidianos sobre varios obreros: traslados en ómnibus y
trenes, entornos familiares, asambleas, conflictos sindicales (el de
una fábrica textil, la ocupación de una metalúrgica). La vida del
obrero uruguayo es dura. No se dice nada nuevo. Pero se muestra, no
se esconde, no queda amortiguada en discursos optimistas y lecturas
de bonanzas económicas y crecimiento del Producto Interno Bruto. Y
ahí aparece otro de los grandes talentos de Handler: su habilidad
para meterse en situaciones a las que no es fácil llegar y mucho
menos tener la posibilidad de grabar, de filmar, de registrar lo que
no debería ser registrado. Consiguió, en la dupla de trabajo que
armó con Ignacio Guichón, uno de sus alumnos, escenas muy potentes:
la discusión sobre la traición de la dirigencia del PIT-CNT en una
asamblea de metalúrgicos, el casamiento de un obrero de la
construcción con una travesti, y muchas más que quedan a elección
y sorpresa de cada espectador; pero también debe destacarse la
inclusión de imágenes sobre el tratamiento industrial de los cueros
de vaca, los cortes en el frigorífico, la inclusión de imágenes de El problema de la carne,
que sumado a cierto tono en los personajes que recuerdan al Carlos
del primer documental de
Handler, hacen que no se pierda ese hilo de ensayo que se busca y que
hace dialogar los discursos sesentistas con la situación social
contemporánea. Un ensayo, en definitiva, sobre Uruguay.
Columnas quebradas no es una
película complaciente. Hay que verla. Para -otra vez Handler- mirar
lo que no se quiere ver. Y lo del título: sería más que necesario
que Mario y otros tipos como él sigan filmando y narrando sobre lo
que se quiere esconder bajo la alfombra. Se sacó las ganas y filmó
una gran película sobre la lucha de clases. ¿Quién se encarga de
otros temas como el consumo compulsivo, la basura, las mentiras sobre
la inseguridad, el infierno carcelario? Eso sí, siguiendo algunas de
las enseñanzas del maestro: investigación directa con cámara y el
método de pensamiento visual.
((artículo publicado en revista CarasyCaretas, 06/2016))
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