en defensa de la plena

Foto: www.nicolasderagopian.com

“Queríamos ver qué pasaba en los barrios, en los bailes, en la calle, en una camioneta llena de músicos que hacen seis o siete conciertos en una misma noche", dice Diego Recoba cuando le preguntan sobre las razones que lo llevaron a escribir un libro sobre la orquesta decana de la tropical uruguaya. Lo acompañó en la aventura el fotógrafo Agustín Fernández. El resultado es ¡Hasta Borinquen!, uno de los pocos documentos sobre la historia de los Goberna. Pero no es, ni mucho menos, el primer acercamiento al género de la pluma de Recoba. Lleva varios artículos en prensa, llevado por la necesidad de hacer visible una de las movidas culturales más estigmatizadas en Uruguay. Una voz más que autorizada a la hora de reflexionar sobre la actual situación de la plena danza y de fenómenos de moda como la llamada "cumbia cheta". 

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Sos uno de los pocos periodistas que se han dedicado a investigar y a escribir sobre la música tropical en Uruguay. ¿Qué te llevó a especializarte en esta movida?
Desde mi lugar, he tratado de generar contenido histórico y teórico sobre el género, a través de mis notas en El Boulevard, La Diaria, mis perfiles de redes sociales y la edición del libro dedicado a Sonora Borinquen. Mi objetivo no es inocular en la gente el virus de la tropical y que a partir de que me lean pasen a creer que la tropical es lo mejor, sino simplemente dejar en claro que cuando se habla de música popular uruguaya y de cultura uruguaya en general, hacer como que la movida tropical no existe, es un gesto elitista, es un terrible error metodológico. Por otra parte, me interesa personalmente dejar registro del trabajo realizado por los músicos de la tropical durante todos estos años, que muchas veces, por la propia personalidad de los integrantes de la movida, aferrados al presente y al futuro inmediato, han descuidado el registro y documentación de su obra y sus vivencias.
Se cuentan más de cincuenta años de música tropical en Uruguay, desde las primeras orquestas que introdujeron la plena danza, la más tradicional en Montevideo. ¿Qué lugar ocupa la plena en la música uruguaya?
La plena está gozando de un momento de auge, gracias a las plataformas digitales. Es saludable que ante la lamentable falta de reediciones de los discos grabados por orquestas de tropical, para sellos como Macondo, Palacio de la Música, Orfeo o Sondor, los propios fanáticos del género y en algunos casos viejos músicos, se hayan tomado el tiempo de digitalizar los discos y subirlos a la red. Son fundamentales los canales de Cerrito Plenero y Pablo Bermúdez, pero también el de otros fanáticos menos consecuentes. De ese modo, gracias a un acceso mayor a la plena de los años de esplendor del género, quizás los setenta y ochenta, se ha podido revalorizar lo mejor de la tropical. Los nuevos oyentes amplían su espectro y eso se ve reflejado en el repertorio de las nuevas orquestas, que realizan versiones de viejas plenas. Incluso se ha ido más allá. En las ferias vecinales, el lugar por excelencia de compra de discos de la tropical, históricamente, se pueden ver recopilaciones de plena que incluyen esas viejas plenas recuperadas, y en algunos casos la saludable costumbre de recopilar y armar para la venta los discos tal cual salieron en su época -el For Export, de Combo Camagüey, por ejemplo. Para esto ha sido muy valioso también el aporte de páginas como Intercambio Uruguay, donde la gente cuelga las tapas de los vinilos que tiene digitalizados, con toda la información que la contratapa del disco incluía.
¿Cómo es el momento artístico actual, en cuanto a orquestas y grabaciones, en la escena de la plena?
Hay una situación alarmante en la plena uruguaya y es la falta de renovación. Si nos ponemos a observar la situación actual, detenidamente, los nombres que sostienen el género son los mismos al menos de hace veinte años. Si bien dentro de los jóvenes se pueden nombrar a artistas como Martín Quiroga, Denis Elías, Damián Lescano, o incluso El Gucci, y rescatar algún intento irregular de nueva plena como La Inkondicional, Kilovatio o La nueva KGB, no parece haber un recambio consistente cuando las figuras actuales de la plena y sus variantes -los Goberna, los ex Karibe con K, Rolando Paz, Marihel Barboza, Miguel Angel Muniz, Chato Arismendi, Chico Martin-, comiencen a dar paso a las nuevas generaciones.
¿Qué fusiones considerás más trascendentes entre las que se han realizado con géneros tropicales en Uruguay?
Sin lugar a dudas, las fusiones más importantes, o al menos las que han generado un impacto mayor y un efecto duradero a futuro fueron, en una primera etapa que se podría llamar de formación de un sonido tropical uruguayo, la de los ritmos tropicales con el tango y el candombe. Esa primera fusión fue fundamental para que la plena uruguaya no suene como la plena pimigenia puertorriqueña. En un segundo momento, varias décadas después, creo que fue muy importante la fusión con el melódico y el pop. Los más puristas quizás renieguen de esta afirmación, pero la fusión que los ritmos tropicales comenzaron a hacer con el pop y el melódico en la década del ochenta fue tan fuerte y fermental que llevó por ejemplo al surgimiento de un fenómeno que barrió con casi todo y cambió para siempre la movida, Karibe con K. Posteriormente se dieron otras fusiones con murga, hip-hop, reggaeton, que a mi gusto generaron modas pasajeras que el tiempo ha demostrado que eran simplemente cuestiones comerciales del momento.
¿Cuál es tu impresión respecto a la llamada "cumbia cheta", respecto a sus modelos musicales de referencia y a los contenidos artísticos que vienen mostrando?
Creo que es necesario aclarar que si bien los cultores de la cumbia cheta se denominan cumbieros, al igual que como muchas veces se denominaba a los integrantes de la movida tropical peyorativamente, lo que tienen de relación con la cumbia tradicional y con la tropical uruguaya es muy poco, casi nada. Es un licuado creado por productores muy inteligentes, entre algo de cumbia argentina de los últimos años -no diría argentina, sino bonaerense, al estilo Ráfaga, 18 Kilates o Chili Fernández-, con algo de pop lavado y meloso. No creo que dure mucho, principalmente porque lo que tienen para ofrecer, a nivel compositivo e interpretativo, es muy pobre. Creo que es una hit del verano que duró más de lo esperado, pero hit del verano al fin, va a desaparecer y quizás sus cantantes continúen carreras solistas haciendo un pop romanticón. Estamos hablando de una movida que no se siente relacionada con la tropical tradicional uruguaya, ni en su referencia ni en su público, siendo más probable encontrarlos en mega discotecas que en El Tropy o la Iasa, y sonando en Fms chetas y quizás no tanto en Aire o La ley.
La entrada en Argentina de la "cumbia cheta" uruguaya, con puntos en común al éxito reciente de grupos como Agapornis, ha sido interpretada como una opción de "cumbia educada", en contraposición a la villera...
En otros casos acontecidos en la propia tropical, e incluso en otros géneros populares como la murga, he visto casos de género lavado, es decir artistas que para conquistar nuevos públicos lavan del género aquello que supuestamente las clases altas detestan, lo limpian, le sacan lo “sucio” que no es ni más ni menos que lo que le da alma a esos géneros. En el caso de la cumbia cheta, creo que ni eso hay. Sinceramente, no creo que haya una intención deliberada de la cumbia cheta, de ser la contracara de la cumbia villera. Lo que sí creo es que, este tipo de pibes, aman la cumbia e incluso deciden hacerla, porque antes ha habido planes de limpieza de otros productores, que encontraron la fórmula para vender como cumbia algo que no es, promocionando grupos con letras absolutamente neutras y despojadas de cualquier tipo de reivindicación social, donde no hay lucha de clases ni disconformidad, tocadas con un ritmo que de la cumbia tradicional conservan el pulso y poco cosa más... Es decir, no creo que Rombai o Márama sean quienes encabezan esta cruzada por una cumbia sin negros ni pobres, aséptica e inclusiva. Creo que se trata de fenómenos que el mercado viene haciendo desde hace un tiempo, a través de la publicidad, o del propio mercado discográfico, que hicieron que hoy sea posible que a algo llamado cumbia se le pueda poner al lado un adjetivo hace un tiempo imposible de adjuntar como es el de “cheto”.  

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