punto de vista


Por R.G.B.

Puede el lector, si lo desea, buscar en la red otras críticas, otros puntos de vista sobre la película El capital humano. Los encontrará. Buena parte de los escritos en blogs y páginas pseudo-especializadas, refieren a un hecho no menor, aunque anecdótico: esta película, dirigida por Paolo Virzi, fechada en 2014, derrotó en los premios de la industria italiana, los David, a la obra maestra La gran belleza, de Paolo Sorrentino, ganadora ese año del Oscar a Mejor Película Extranjera. Son varios los que cargan las tintas, burlones y satíricos de la peor calaña, contra el supuesto caracter artístico, soberbio y ampuloso de la película de Sorrentino, argumentando desde una teoría y práctica del entretenimiento y del tan manoseado concepto de "cine popular", el hecho justiciero de la victoria grotesca de Virzi.
No es tan grave, dirán los que quieren escapar a los debates. Posiblemente no lo sea. Pero deben aclararse algunos puntos. Porque este hecho demuestra el lamentable retroceso -en Europa- del cine de autor respecto al cine de productor, otra derrota más del cine-arte ante el avance comprensible pero insufrible de fórmulas de marketing maquilladas con dos o tres brochazos de inteligencia. Se puede elogiar, si pensamos en un cine cercano, como lo es el argentino, los logros de Carnevale o Campanella en construir éxitos de taquilla, pero no por eso disminuir o volver invisible el pulso artístico de Lisandro Alonso, Lucrecia Martel o Mariano Linás, por citar tres nombres al azar.
¿Qué pasa con El capital humano? Poco y nada. Tiene un punto de partida interesante: un ciclista atropellado en la noche, cuya muerte implota una compleja trama entre dos familias romanas, en una versión contemporánea de Romeo y Julieta, atravesada por dos jefes de familia previsibles: el tonto nuevo millonario y el idiota alcahuete. Tiene también un desarrollo interesante: la película se divide en capítulos, cada uno de ellos narrando desde diferentes personajes, o sea distintos puntos de vista subjetivos de la misma historia. Hasta ahí todo bien, pero los guionistas y Virzi conciben a la realidad como una planilla excel, confundiendo punto de vista con secretos absurdos o situaciones inverosímiles: causa gracia, o simple indignación, que se nos haga pasar a una parejita adolescente divertida, desde una mirada, a una inentendible pelea constante, solamente cambiando de plano.
Hay otro punto de vista, un guiño tal vez almodovariano de Virzi que destacan muchos espectadores que parece funcionar un poco: la presencia de tres grandes actrices -empezando por Valeria Bruni, que logra sostener a puro talento su "capítulo"-. Esa apuesta se vuelve sin embargo más o menos carnavalesca y, lo que es peor, el papel de la mujer en El capital humano está al nivel de estereotipo de las novelas romanticonas más insostenibles. Todas están por debajo del tonto, el idiota y del hijo bobo del tonto.
¿Entretiene? Sí, es probable. En mi caso, me entretuve contando -uno por uno- los golpes bajos y trucos de guión para cerrar una película que tiene -al igual que El secreto de los ojos, de Carnevale, y me da la impresión que ambas películas tienen demasiado en común- otro de los peores finales de la historia del cine. Y me dieron ganas, por oposición, de volver a disfrutar de buen cine y recomendar que vean o vuelvan a ver La gran belleza.

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