canciones del corazón

Sebastián Gavilanes, guitarrista que se dio a conocer en la banda de su amigo Max Capote, sabe de viajes, idasyvueltas y aeropuertos. Ahora mismo viene de pasar unos meses en el DF mexicano y se trajo en el equipaje un disco de esos que definen identidades, que dejan huella. No es precisamente una obra "en tránsito". Nada de eso. Tiene la marca del "debut", aunque tenga publicados tres discos con Verde y grabaciones varias con su compadre Capote. Tiene la marca del linaje de los músicos que defienden a capa y espada el formato canción. De esos capaces de estar meses dándole vueltas a una melodía, a un sonido, hasta lograr la química perfecta.
"México es un lugar maravilloso", dice El Gavilán, quien no duda en señalar que en el DF se siente como en casa. Se fue para allá en marzo de este año -con todas las grabaciones del disco, apenas si faltaban algunos detalles- y estuvo varios meses dando vueltas, con base en la casa de artistas que comparten varios artistas del sello independiente Intolerancia. Pudo tocar bastante, filmó el clip de "Tip Top", armó una banda y concretó la edición mexicana-uruguaya de Debut. Ahora se volvió a Montevideo. "No me gusta estar parado mucho rato en un lugar", aclara.

Lado A:
Abre el disco "El club de los poetas malditos". Guitarrera, en plan folk-rock de cantina. Sigue "Dhango", tal vez menos luminosa, más pesada, con un aire enrarecido que recuerda al mismísimo Prodan en la aspereza vocal. "Yo no quiero", la tercera canción, beatlera al mango, pone la cuota melodramática exacta, para ir colocando al escucha en una situación de mayor vulnerabilidad, como para que pueda sentir la fragilidad de "Payaso", la única canción de todo el disco que tomó prestada, para el caso firmada por Peyo Barrios. "La canción de Peyo era más alegre, así que decidí bajarle la velocidad, retocar un poco la letra y agregar cuerdas", explica El Gavilán. Y cuando habla de "cuerdas", refiere a las variantes acústicas, eléctricas, slides, a un montón de elecciones -en definitiva, colores- que van marcando un disco de guitarrista que sabe encontrar el detalle exacto para cada canción. Como en la intro de "Algo viene volando", con aires de bossa y esas "malditas despedidas, me están volviendo viejo". Porque, de hecho, los textos del cancionero cuentan de encuentros y desencuentros, y más de una despedida y confesión guitarra en mano.
Como todo disco personal, Debut es una declaración de intenciones. Dialoga, por ejemplo, con el Aperitivo de moda, de Max Capote, otro disco tan introspectivo como concentrado en la sustancia de la canción. Otro disco, de alguna manera, azarosamente mexicano, hecho entre viajes y con el apoyo de los sellos independientes Intolerancia y Contrapedal. "Cuando compuse las canciones que grabé en Debut, sentí que eran más introspectivas y por eso no llame a Los Verde para grabarlo. Lo hice prácticamente solo. Era una necesidad que tenía de probarme como compositor y productor. Quería entrar en los problemas de resolver cómo llegar al sonido, arreglos y cuestiones musicales que yo imaginaba. Creo que es una etapa en la que estoy más solitario".

Lado B:
La segunda parte del recorrido por Debut larga con la confesional "Hombre para vos", en la El Gavilán que recupera la intensidad hitera y juega con punteos que alternan un decir más dylaniano y romanticón. "Quiero soñar con vos, dormir con las demás", canta, mientras siguen las preguntas, los dilemas amorosos y un tono de canción a-la-calamaro en "Yo me voy y no te veo", porque de alguna manera parece inevitable hacer canciones de rock perfectas, en nuestro idioma, sin mandar un guiño explícito al genio porteño. Y otra vez, como en la primera parte del disco, El Gavilán demuestra que sabe subir y bajar de la manera más elegante.
"Con razón tú eres" es uno de los grandes momentos. Es de esas canciones que crecen desde el pie, desde la guitarra y voz, para ir sumando y encontrar la progresión más fina en coros gospel y líneas de Hammond. Otra vez las enseñanzas beatleras y de las mejores páginas del rock. "Me gusta mucho esa canción", dice El Gavilán. "Es la que más dice sobre esas cosas de las que no quiero hablar, pero que siempre termino diciendo por bocón". Después afloja, se pone un poco más blues, más stone, porque de alguna manera hay que ir quitándose equipaje para llegar al final, el momento de fiesta, la canción que todos pondrían en el track 1 pero que es acertada la decisión de dejarla al final, porque después de un buen baile es sabido que nadie se va a poner escuchar sobre despedidas y fracasos amorosos. El Gavilán lo sabe y ubica a su canción bailarina como cierre -en plan "chicle"- de un gran disco.

((artículo publicado en revista CarasyCaretas, 11/2015))

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