Jorge
Caraballo (1941-2014), artista clave de los años 60 y 70, fue pionero en arte óptico-cinético y referencia sudamericana en poesía visual, arte correo y arte de
sistemas. El curador Manuel Neves investigó sobre su obra y es el responsable del montaje de la muestra antológica presentada en el MNAV.
No llama
la atención que el curador Manuel Neves esté detrás del montaje de
la exposición del artista Jorge Caraballo que se presenta en estos
días en el Museo Nacional de Artes Visuales. Su campo de
investigación está enmarcado en los años 60 y 70, preferentemente
en artistas vinculados a la vanguardia y a obras que plantean
rupturas desde lo conceptual, lo formal y que -tal vez un dato más
que significativo- el paso del tiempo las resignifica y devuelve como
imprescindibles en el relato del arte uruguayo contemporáneo.
Neves ha
investigado en la obra de artistas pop como Suárez y Cristiani, dos
de sus muy buenos trabajos como curador, y tiene en carpeta a varios
artistas de la época, algunos de trayectoria reconocida como Nelson
Ramos y no pocos que han quedado a un margen del aparato crítico. El
nombre de Jorge Caraballo le empezó a sonar fuerte, en principio
vinculado a las obras de poesía visual y arte correo en Uruguay
desarrolladas por Clemente Padín. Era uno de sus tantos proyectos a
futuro, hasta que la invitación que le realizó Enrique Aguerre,
director del Museo Nacional, con la propuesta de armar una
antológica, lo puso en contacto directo con una obra de un fortísimo
componente político, que incluye ejemplos de arte óptico-cinético
(campo en el que fue pionero) y desarrollos de poesía visual en los
que denuncia la situación de dictadura en Uruguay en los primeros
años 70.
"Tuve
acceso a la obra y al archivo que Jorge le dejó a su familia",
cuenta Neves. "Gabriela y Federico Caraballo –los hijos del
artista-, desde el comienzo facilitaron mi trabajo, pero tuve la
posibilidad de conocer a Jorge y visitarlo en varias oportunidades en
su apartamento en Pocitos, donde me mostró casi todo su trabajo".
¿De
qué manera la obra de Caraballo está marcada por la
reflexión sobre el espectador activo, propio de los sesenta y de la
herencia de las vanguardias?
Lo que más
impactó a Caraballo, en su época de formación, fue la exposición
de Julio Le Parc en General Electric. En ese evento, la participación
del público era central. Esa idea de espectador activo y de
democratización del arte, están asociadas a una reflexión general
que claramente se dio en Uruguay a través de la Escuela de Bellas
Artes, el Club de Grabado y la Feria del Libro y el Grabado, sobre el
nuevo lugar que debía ocupar el arte y los artistas en la sociedad.
Esa idea tuvo múltiples respuestas. En el caso de Caraballo, primero
se dio a través de la percepción de la obra, en el hecho de sea el
público el que completa la obra, y después a través de la poesía
visual y el arte correo. En los dos casos, lo fundamental parece ser
generar instancias de comunicación. En definitiva, lo que Caraballo
y otros artistas de la época buscaban era la emancipación del
espectador. Por eso la dimensión política, por ejemplo, es
inseparable.
En sus
obras cinéticas, por ejemplo, el movimiento del espectador provoca
cambios en la percepción...
La
búsqueda de Caraballo es que el espectador no se integre a la obra
sino que la conforme. Dicho con otras palabras, que la obra se
produzca no solo por el movimiento sino por la percepción de éste,
y esa percepción se da cuando nuestro cuerpo se desplaza y observa
los fenómenos visuales que la obra produce.
¿Que
fue llevando a Caraballo a pasar a una obra marcada por la imagen y
la palabra, en el campo de la poesía visual?
La
relación entre la obra óptico-cinética y la relacionada con la
imagen y la palabra, está dada por la comunicación como centro de
la preocupación del artista. Esta relación Jorge la encuentra
cuando participa en la Bienal de París, en el año 1971, y ve cómo
estas dos corrientes se complementan y en definitiva buscan lo mismo:
colocar en el centro al espectador.
¿Cuánta es la importancia de exhibir en 2015 las obras de Jorge Caraballo?
¿Cuánta es la importancia de exhibir en 2015 las obras de Jorge Caraballo?
Esta
exposición tiene dos pretensiones: la primera es colocar la obra de
Caraballo en el contexto de la historia del arte uruguaya, ya que a
nivel regional es ampliamente reconocida, y la segunda afirmar que
ésta es importante porque es precursora y porque es pertinente. En
ese sentido, no solo la obra óptica cinética fue precursora sino
que se planteó como un proyecto político, a diferencia de otros
artistas compatriotas que se interesaron por la pintura óptica como
la continuidad de experimentaciones puramente formales dentro de la
abstracción o acompañando una cierta moda apoyada por la demanda
del mercado. En el caso de arte de sistemas, que puede ser entendido
como una práctica del arte conceptual o la poesía visual y el arte
correo, la obra demuestra, casi de forma objetiva, la degradación de
la libertad en el espacio publico, la pérdida del estado de derecho
durante la dictadura y la penetración de las empresas
norteamericanas en todo el cono sur, en momentos dictatoriales.
¿Cuál
es tu gran interés, como curador de arte, por artistas como
Caraballo, Cristiani o Suarez, que además de estar vinculados a las
vanguardias o a experimentos formales, tienen en sus obras una
impronta fuertemente política?
En
general, los proyectos que he realizado en los últimos diez años
están relacionados con artistas que comienzan a ser activos en los
60 y 70. Durante ese momento fueron en general más o menos
reconocidos, dentro de las precariedades del medio uruguayo y
montevideano. La idea es ir conformando una trama de la producción
artística en esos años y a la vez mostrar cómo esos contextos son
extremadamente ricos y a la vez originales en la región.
¿Cuánto
influye en tu mirada el hecho de que no residas desde hace varios
años en Uruguay?
Yo traté
y trato de estar conectado con la realidad uruguaya y regional, y
hace una década que me intereso por el arte latinoamericano. Como es
un tema inabarcable, me he centrado en los 50, 60 y 70, pero digamos
que en los últimos tiempos, y aunque suene políticamente
incorrecto, me he vuelto "chauvinista", y eso que a mí no
me gusta ni el mate, poco el carnaval y muy poco el fútbol. Pero con
el tiempo, fui descubriendo que la cultura uruguaya tiene unas
particularidades y una riqueza única, pero eso no alcanza con
decirlo: hay explicarlo y sobre todo hay que mostrarlo.
Este año 2015, Uruguay, en el campo del arte, se estará mostrando internacionalmente a través de la exposición de Torres García que se hará en Nueva York...No hay lugar a dudas que la retrospectiva de Torres García, que inaugura el 25 de octubre en el MOMA de Nueva York, es el evento cultural internacional más importante de año para nuestro país, porque durante unos momentos la cultura uruguaya será observada por el mundo occidental. Eso es algo muy raro y tenemos que tener la inteligencia para aprovecharlo. Es importante remarcar que esto ha sido entendido cabalmente tanto por el Museo Nacional de Artes Visuales, nuestra institución más importante, como por Presidencia de la República, que apoya el evento. Hay que tomar conciencia que la dimensión cultural de Uruguay en la región y en el mundo, es sin duda precaria, rodeados de dos gigantes que no nos regalan nada. Si queremos trascender, como decía el viejo Torres, tenemos que activar políticas concretas de difusión de nuestra cultura en el exterior. No somos un país que pueda vender exotismo. Por eso, las artes visuales, como la literatura y el teatro juegan un papel fundamental.
Este año 2015, Uruguay, en el campo del arte, se estará mostrando internacionalmente a través de la exposición de Torres García que se hará en Nueva York...No hay lugar a dudas que la retrospectiva de Torres García, que inaugura el 25 de octubre en el MOMA de Nueva York, es el evento cultural internacional más importante de año para nuestro país, porque durante unos momentos la cultura uruguaya será observada por el mundo occidental. Eso es algo muy raro y tenemos que tener la inteligencia para aprovecharlo. Es importante remarcar que esto ha sido entendido cabalmente tanto por el Museo Nacional de Artes Visuales, nuestra institución más importante, como por Presidencia de la República, que apoya el evento. Hay que tomar conciencia que la dimensión cultural de Uruguay en la región y en el mundo, es sin duda precaria, rodeados de dos gigantes que no nos regalan nada. Si queremos trascender, como decía el viejo Torres, tenemos que activar políticas concretas de difusión de nuestra cultura en el exterior. No somos un país que pueda vender exotismo. Por eso, las artes visuales, como la literatura y el teatro juegan un papel fundamental.
((artículo publicado en revista CarasyCaretas, 10/2015))
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