última mutación

Los noventa no fueron exactamente grunge. Mucho menos en la escena musical montevideana. Sí se puede afirmar que fue un tiempo y espacio donde se experimentaron diferentes puntos de fuga, entre los últimos coletazos de la modernidad y el conflicto abierto de identidades híbridas. Por eso, puede leerse a esa década como una incubadora de proyectos sonoros, varios de los cuales desarrollaron autorías exitosas en cuanto a consolidación de un estilo y a una intensa comunicación con el público, desde Buenos Muchachos a La Trampa, desde La Vela Puerca a Latejapride. Hubo, también, proyectos que por diferentes razones no sobrevivieron más de uno o dos discos. Entre ellos hay que buscar a parte de lo más interesante y fermental de una época que ya está a veinte años de distancia.
Elefante es uno de los ejemplos más notables de laboratorio sonoro en los noventa. Muy lejos de los tópicos manejados por el rock uruguayo de la época, por cierto, y bien cerca de un vértigo moderno que involucró a un grupo de músicos y artistas que apostaron por un pop-rock que tenía su correlato en el triphop de Bristol, en tics del rock industrial y en la electrónica pura y dura, y por qué no en ciertas resonancias del grunge. 
Stella Maris, Harry, Choniuk, Bestia y los palos secos de Gerolmini, pasaron una primera época tamizada por metal industrial, de fuerte color naranja, el doble Elefante 1, derivando luego a zonas más pop, en una última formación -ya con Maneco en los samples y guitarras- que se mandó el disco Bazar y su continuación de laboratorio titulada Forma.
Estuvieron unos seis años activos y desaparecieron. No había, posiblemente, espacio para experimentaciones y acciones conceptuales en el 2002. Este año 2014 regresan. Es un momento que se les muestra más que oportuno. A Harry, Maneco y Stella Maris, tres de los históricos de Elefante, se les sumaron Johnny B. Gore y Albana, en un quinteto que viene demostrando, en vivo, sintetizar la identidad sonora del grupo. El retorno se completa con la edición de un disco antológico, que incluye una selección del perfil más rockero del grupo. No faltan "Un grito", "Forma", "Ultraseven" y la canción más recordada de la banda, la intensa "Volver a salvo".
El cancionero de Elefante no ha envejecido, como ha sucedido con buena parte del rock de los noventa. Se mantiene a salvo. Y puede presumirse que esta última mutación del proyecto encuentre muy buena repercusión, tanto en su reedición discográfica, como en el directo, como en una nueva instancia de laboratorio que seguramente traiga -el año próximo- el esperadísimo cuarto disco de Elefante.  

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