El espacio escénico de
Los estrafalarios de Hernández,
montaje estrenado este año 2015 por Kalibán Usina Teatro, tiene
las dimensiones de un corredor. Los espectadores -no más de veinte-
se distribuyen en los bordes, contra cada pared, en dos hileras de
sillas enfrentadas que llevan a extremar visiones laterales,
profundidades que en el desarrollo de la acción se alimentan de
trayectos de personajes y objetos rodantes, de muñecas, de sonidos
que llegan desde atrás de la escena, de apariciones y artefactos que
suben y bajan, o bien permiten la proyección de luces o de un
pequeño cortometraje que cierra la historia.
No hay respiro, aunque
no sea la velocidad sino la sutileza y el impacto moroso de las
imágenes lo que va envolviendo a la escena en un sopor acaso
estrafalario, raro, sórdido. El universo
felisbertiano es convocado a través de pequeños cuadros escénicos
que se desarrollan en ese corredor, casi asfixiante. Hay palabras,
por supuesto, pero hay más que nada el ejercicio de la frontera, del
cruce, de la hibridación de lenguajes: el guión se desarrolla como
una sucesión de cuadros en movimiento -a veces incluso estáticos-
en los que la luz, el sonido, los vestuarios, los objetos y el límite
impreciso entre cuerpos y objetos se tensa para potenciar el
"banquete sensorial" de entrar y salir de fragmentos de
obras y personajes de la escritura de Felisberto.
En busca de
Felisberto
Diana
Veneziano es la directora de Los estrafalarios de Hernández.
Fundadora de Kalibán, en el año 1999, junto a un grupo de creadores
entre los que estaban Roberto Suárez y Fernando Beramendi, mantiene
y profundiza el sello original del proyecto: desarrollar
investigaciones teatrales que integren diferentes lenguajes, con una
fuerte impronta de recursos técnicos y un trabajo colaborativo que
provoque la construcción de un tejido de imágenes sonoras y
visuales capaces de estimular la percepción creativa del espectador.
No
es una tarea fácil. Sobre todo, después que Kalibán se convirtió
en grupo nómade y abandonó el espacio de la Quinta de Santos (hoy
Museo de la Memoria). Veneziano apostó, sin lugar ni espacios a
evidentes paradojas, a desarrollar una serie de espectáculos
experimentando sobre la memoria, los recuerdos y, aunque en un principio
tangencialmente, sobre Felisberto Hernández. Primero fue Recuerdos
que han soñado (2007) y luego
Adiós que me voy (2009).
"Felisberto
es un escritor que me apasiona", cuenta Veneziano. "La
primera vez que lo leí yo vivía en Venezuela. Y cuando volví a
Uruguay, en 1987, me sorprendió mucho el hecho de que no fuera un
escritor muy leído ni conocido. Era difícil, incluso, encontrar
libros de él". Hace un par de años, la directora le propuso al
grupo trabajar sobre la obra del escritor. Lo primero que hicieron
-diseñadores, actores, músicos y directora- fue la lectura de sus
relatos, pero también de bibliografía crítica y biográfica.
***
¿Cómo fue la
construcción de Los estrafalario de Hernández?
Para el trabajo
dramatúrgico partí de las resonancias y ecos que los materiales
leídos generaban y las asociaciones personales que cada uno hacía.
Luego experimentamos sobre esas huellas en todos los rubros:
improvisaciones, objetos, luz, vestuario, música, generando
muchísimo material. La dramaturgia escénica la fui construyendo con
técnicas de las artes plásticas y del cine. Este proceso empezó
una vez que entramos a trabajar en Platea Sur. Ahí definí el
espacio escénico y fui organizando el material que había surgido
hasta el momento y el que seguía surgiendo, a partir del trabajo con
todos los integrantes del equipo. Esta dramaturgia se siguió
escribiendo hasta el último día.
¿Cómo
desarrollaste el concepto y definición de "estrafalario",
y el trabajo, en la escena, de la frontera entre lo real y la
metáfora, entre los cuerpos y los objetos?
El nombre del
espectáculo lo tomé del artículo que Ángel Rama escribió en
Marcha, en
1964, con motivo de la muerte de Felisberto. Ahí habla de que al
público culto le cuesta aceptar “los estrafalarios” de
Hernández, refiriéndose a esos personajes que, según Rama, surgen
de su experiencia al recorrer el interior del país. Personalmente,
creo que no sólo sus personajes eran estrafalarios, sino todo el
mundo ficcional y real de Felisberto tenía un aura estrafalaria. En
su vida y en su obra los límites entre la realidad y la fantasía,
entre lo real y lo imaginario, entre lo vivo y lo inerte, son
extremadamente frágiles. Los sueños, los recuerdos y los
pensamientos se corporizan; los objetos cobran vida y las personas se
cosifican.
¿Cuánta es la
importancia -en el teatro contemporáneo- de este tipo de trabajos
colaborativos entre lo interpretativo y lo técnico?
Todo forma parte de lo
mismo. En primer lugar, porque creo que la cualidad artesanal del
trabajo en todos sus niveles es importante. Las ideas, los diseños
de objetos y vestuario, son realizados por los propios artistas. Eso
hace que lo creativo y lo específicamente técnico se resuelvan de
la misma forma, e incluso su manipulación y maquinaria en escena sea
hecha por los propios creadores. Este trabajo colaborativo elimina la
jerarquía entre los diferentes aspectos del proceso y del
espectáculo. Un gesto, un movimiento, una palabra, un objeto, una
luz, un vestuario, una música, todo, tiene el mismo nivel de
importancia y entra en el proceso a partir del diálogo o las
tensiones que se producen entre ellos.
El funeral
Los estrafalarios de
Hernández integra, en su
montaje escénico, un corto en blanco y negro realizado por el
cinesasta José María Ciganda. El corto, titulado El
funeral, incluye la
participación de Walter Diconca, nieto de Felisberto Hernández. "Lo
del corto fue una idea que apareció a partir de la lectura
del artículo de Rama", explica Veneziano. "Cuando lo leí,
lo ví como una película de cine mudo, como las de Buster Keaton,
como esas mismas películas para las que Felisberto trabajó como
músico pianista acompañando la exhibición en cines. Ciganda se
encargó del guión, de filmar, de la edición, de todo. Y los
protagonistas de la historia que se cuenta en El funeral,
fueron los integrantes del elenco que trabajó en el espectáculo en
los distintos rubros, más algún colaborador cercano. Esta decisión
tiene que ver con ese aspecto de Kalibán en que lo creativo, lo
técnico y lo artesanal son diferentes aspectos del mismo proceso".
No comments:
Post a Comment